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1 de febrero de 2015

[CRÍTICA] Loreak: La belleza siempre acarrea un misterio, también en las flores

Una de las sorpresas más gratificantes dentro de un año sinceramente emocionante en el cine español. Eso es Loreak, una película dirigida por José María Goenaga y Jon Garaño, distribuida felizmente en Euskera (el idioma en que fue rodada y pensada) y que ha cosechado alabanzas allí por donde ha pasado.



Loreak cuanta la historia de tres mujeres unidas por algo tan, en apariencia inofensivo, como las flores. La primera es una mujer casada que recibe semanalmente un ramo de flores de un remitente anónimo. Las dos restantes entrarán en contacto con la primera también por un misterio floral, una persona desconocida deja todas las semanas un bello ramo en el trágico lugar del fallecimiento de un ser querido.


La película  se podría definir como un discurso sobre las emociones y su contención, sobre los sentimientos y la curiosa forma de relacionarse con las personas. Todo ello en medio de una historia, a priori simple y corriente, aderezada con grandes toques de thriller emocional que convierten a la película, además de en algo muy estimulante, en un producto francamente entretenido para todo público.


A través de esta trama, de un suceso probablemente cotidiano, la película examina a sus personajes y juega con el misterio y la imaginación del espectador de forma tan estimulante y alimenticia como también consigue Carlos Vermut en su Magical Girl, aunque está vez de forma menos turbia.


La película vasca, además de ser original y entretenida, está perfectamente interpretada y goza de una gran belleza destacando tanto la dirección artística como fotográfica. Hechos técnicos que dan valor a un cine nacional de bajo presupuesto que ya no se excusa en la producción para justificar la cutrez, tan típica durante muchos años, del cine independiente nacional.


Por supuesto, no es perfecta. Su banda sonora, a pesar de ser muy atractiva, es utilizada a veces de forma desmedida y podría ser acusada de, en exceso, manipuladora. También se podría decir que en algunos momentos el ritmo es irregular y, a veces, el tono parece desubicarse entre hermetismo sentimental y melodrama pero siempre se mantiene disfrutable.

Loreak merece ser vista y escuchada (en Euskera), merece ser disfrutada y valorada, esperemos que los Goya, premios de ínfimo prestigio pero de gran repercusión social sirvan a la causa.


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