Por Rafael S. Casademont
Se podría decir que la temática
es ya, de por sí, merecedora de cualquier obra fílmica, artística, informativa,
documental o de cualquier otro campo. Sin embargo, es en su enfoque en lo que
Fahdel convierte su obra en algo magistral. Esgrimiendo el humanismo por bandera,
Abbas Fahdel deja fuera de su documental los días de guerra, centrándose en la
cotidianidad del día a día, antes y después del conflicto en sí, alrededor de
sus personas más cercanas, pero también atento a todo aquel que quiera abrirse
hacia la cámara.
Es en sus casi seis horas de
duración en las que el documental va desarmando al espectador con el paso de
los minutos. Para romper la dinámica de la narración clásica, necesaria y
trascendente en su totalidad, el documental se alarga para entrar en el terreno
de lo cotidiano, donde los hechos no son siempre de pura causa-efecto, sino
simplemente minutos vitales. Antes de la guerra vemos a las madres guardar
alimentos para la escasez, a los padres hacer pozos para el agua, a las
adolescentes reírse y bromear con el pañal que han de usar si hay bombas
tóxicas. Vemos también a los niños, con miedo confesado, jugar a la guerra que
les espera en unos días. Todos juegan, en definitiva, con morir, esperando no
tener que convertir el juego en realidad en poco menos de un mes.
Pasada la batalla, descubrimos la
llegada del caos debido a un país, EEUU, que, totalmente ajeno a sus gentes y
costumbres, no supo controlar. En un estado de anarquía, de odio a la autoridad
que ha destruido tu casa y matado a civiles conocidos por error o “daños
colaterales”, todo deviene en caos. Como en el mejor barrio de USA, las
familias se llenarán de armas del más variado calibre debido a la inseguridad y
a los continuos asaltos de grupos de saqueadores y gente sin ley. Con las
ametralladoras como canto mañanero, el documental sigue su curso recorriendo
historias. Los niños nos muestran su piel, quemada por las bombas, como quien
enseña el dibujo que ha hecho en la escuela. Una escuela derruida, donde los
niños juegan a recoger las más variadas municiones que reconocen al instante,
mejor que cualquier ministro de defensa.
Y es que, quizás sea por el
parecido de su título con Alemania, año cero (Roberto Rossellini, 1948), los
niños son, especialmente Haidar, el sobrino de Fahdel, los protagonistas de
esta película. Su mirada inocente, limpia, curiosa y universal aclara el entorno
bélico que los rodea. Fahdel lo sabe y siempre los busca, los deja mirar a
cámara una y otra vez, en grupo o de forma individual y es que, hay pocos
argumentos contra la guerra mejores que ver a un niño. Así de simple.
Está obra inmensa, vital, personal
y humanista como pocas en los últimos años, acaba con un final sorprendente que
denota, sin vuelta atrás, la entrega de parte de su autor de algo más que un
pedazo de su propia vida. Homenland (Iraq year zero) hace que, cuando acaba su
visionado, el espectador sea otro que el que entró a la sala y eso, como decía
hace poco Alejandro Jodorowsky, es el cine de verdad.
Por Alfonso G. Cañadas
La película camboyana “Dream
Land”, dirigida por Steven Chen, muestra la vida de Lida, una joven que trabaja
para una compañía inmobiliaria, y que se ve obligada a ver cómo todas las
tradiciones arquitectónicas y estéticas del país quedan sublevadas a una
continua reconstrucción de territorio, con edificios de formas redundantes y
modernistas.
La pérdida de la memoria de los
personajes resulta un recurso interesante para hablar sobre la propia memoria
histórica del país, mientras que su estética, de planos ajustados y arriesgada
con el desenfoque, consigue hacer a la arquitectura del paisaje y los decorados
la protagonista del film, sin dejar de resultar incómoda, en ciertos momentos,
por su falta de funcionalidad.
Ni su forma ni sus recursos
resultan novedosos, pero: ¿en qué pocas manos privilegiadas del cine recae hoy
aquello que llamamos “originalidad”? Pese a ello me gustaría insistir en la
redundancia de sus recursos, ya hemos visto otros trabajos de cine-arquitectura
mucho más arriesgados en el cine de los últimos años (¿Exhibition de Joanna
Hogg?), y pese a que sus naves espaciales pretendan elevarnos lejos de la
sencillez, uno acaba con la sensación de no saciarse por completo con los
recursos narrativo/estéticos utilizados.
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Hola!
ResponderEliminarHe leido mucho sobre este documental, me parece interesante..pero no hay rastro de el ni en tiendas ni en internet. ¿Sabes donde puedo conseguirlo?
Saludos,
Diego.
Hola, gracias por leer y comentar. El documental Homeland Iraq year zero aún está en periodo de festivales por lo que es normal aún falta bastante para que se edite en formato doméstico. Puede que aún no se haya pirateado para estar en internet en free, tampoco mediante pago ya que como te digo su camino aún son los festivales. Según el director tendrá estreno comercial (puede que tarde más de un año como suele pasar) en España, aunque seguro que es muy muy limitado. Supongo que después de ello ya llegará a los formatos que dices. No te lo pierdas.
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