Seguimos ahora con la segunda
sesión de cortometrajes de la Sección Oficial de este IBAFF 2016 (aquí el
segundo día de largometrajes).
El primer cortometraje de la
tarde fue La inmensa nieve, de Carlos
Rivero, obra galardonada como Mejor Corto en el pasado Festival de Cine Europeo
de Sevilla. Carlos Rivero nos cuenta una historia a modo de abstracción donde
los silencios y los espacios vacíos de personajes narran lo mismo que las
frases y el rostro de sus protagonistas. La
inmensa nieve representa toda búsqueda que no sabe lo que busca ni gusta de
encontrar especialmente nada. La nieve (obviamente) y los paisajes gélidos de
un pueblo al norte de España abundan en una trabajada fotografía y selección de
espacios para un corto abierto que busca al espectador activo, que te deja
pensar durante el visionado y cuyas reflexiones y sensaciones continúan y crecen
cuando este acaba.
Después pudimos ver Las pequeñas cosas, una correcta
historia dirigida por Carla Simón Pipo que nos lleva hasta el hogar de dos
mujeres en un pequeño pueblo. Madre e hija (esta última con enanismo) conviven
de forma desapegada mientras preparan la llega del otro hijo y su pareja. La
madre nunca ha llegado a aceptar la condición de su hija y esta lo sabe muy
bien. Con personalidades opuestas, al final, solo se tienen la una a la otra.
A continuación llegó False Twins, de Sandro Aguilar, el
cortometraje más cercano al videoarte de la tarde. Formado por imágenes de
monos enjaulados e inidentificables cuerpos en botes de formol, que se suceden
la mayoría del relato, acaba con nada menos que un final con imágenes
espaciales de archivo. Este cortometraje transmite una inquietud pesimista, acuciada
por su uso de un acompañamiento sonoro rallante, grave y lento que acompaña a
esas imágenes que nunca se revelan como claras o simbólicas sino como una
sucesión destinada a transmitir un estado anímico de reflexiva oscuridad.
Quizás lo mejor de la tarde, el
cortometraje Pueblo, de Elena López
Riera, nos muestra a joven chaval, llamado Rafa, que vuelve a Orihuela después
de cuatro años en París. Rafa recorre las calles de toda su vida, ve a sus
amigos de toda la vida, sale de fiesta, besa a una chica, juega al basket o bebe alcohol pero en todo ello
no encuentra nada porque ya nada está allí para él. Pueblo es una gran reflexión sobre la juventud actual de este país,
con la mente en el extranjero y el corazón en su tierra, desubicada y sin
raíces de un modo más mental que físico. La tradición, representada en el día
de los hechos, un Jueves Santo con sus procesiones incluidas, es otro aliciente
más de un país que no encaja con el protagonista (se podría decir al revés). “¿Para
qué has vuelto? No lo sé”.
La sesión de cortos concluyó con
la obra de la murciana Silvia Rey El
puerto,no. La autora recrea en una obra poética y simbólica las sensaciones
de su vuelta a casa, en este caso Lorca tras el terremoto. Hablando no ya de un
terremoto mental o metafórico, sino físico y pleno, la autora construye a
partir del derrumbe de su hogar una obra anclada en las imágenes del mar y de
los puertos de la costa murciana. “De repente, el último muro cayó y todo quedó
bajo el mar”.
Por Rafael S. Casademont
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