Parece que los documentales están en una etapa dorada, tanto de calidad como, y esto es lo extraño, de éxito de audiencia. Si el año pasado fue Searching for Sugar Man, el 2013 ha sido el año de The act of killing de Joshua Oppenheimer y Christine Cynn. El documental, producido entre otros por Werner Herzog, aborda el tema del golpe militar en Indonesia en 1965. El resultado del golpe fue una dictadura militar que exterminó a millones de “comunistas”. La característica diferencial de este genocidio es que los militares se valieron de gansters y organismos civiles armados para desarrollar esta matanza.
Increíblemente, en Indonesia desde
entonces, ser un ganster no solo está bien visto, sino que el propio
vicepresidente expresa en sus discursos que al país lo que le falta son más
gansters. Debido a que estos matones exterminaron a los comunistas, ser un
ganster se ha convertido en sinónimo de hombre
libre y, por lo tanto, contrario a los comunistas.
El documental se construye a través de la figura de uno de
esos asesinos, llamado Anwar Congo, autor de nada menos que mil muertes. El
mafioso, hombre simpático, fan del cine Hollywoodiense, del baile y cariñoso
abuelo, es un héroe nacional. Junto a sus amigos de exterminio y con ayuda del
gobierno está realizando una película conmemorativa de las matanzas. A través
de entrevistas relatadas por sus propios protagonistas y de escenas del rodaje
de ese film conmemorativo, donde se recrean los asesinatos y torturas, se
arbola The act of killing.
El documental, es como sus protagonistas, de difícil
interpretación y complejos sentimientos. Hay escenas de humor e imágenes
bellamente surrealistas combinadas con testimonios brutalmente veraces. La
película, además de relatar los hechos, intenta profundizar sobre el acto de
matar, como su título indica. Cuando asesinar no tiene castigo legal ¿el autor
es perjudicado de alguna forma? Si tienes la total convicción de que matar a
esa persona está bien, ¿sientes algún remordimiento al hacerlo?
Los propios protagonistas conversan entre ellos, con muchas
risas y algunas lágrimas, de sus experiencias. Algunos siguen creyendo que los
comunistas merecían morir, otros saben que, aunque en ese momento lo creían, no
era cierto. Unos tienen pesadillas, otros van al psicólogo y otros no sienten
absolutamente nada porque, no lo olvidemos, ser un gánster está recomendado en
Indonesia y ese era, simplemente, su trabajo.
Es increíble ver la verdad que desprende este film,
extraordinario ver, cual conversación de bar, como relatan que violaban a toda
chica que encontraban, coincidiendo todos en que las de catorce años son las
mejores. Oír sus métodos para ahorrar manchar todo de sangre y, después, ver
como bailan y tocan la guitarra. Asombroso ver cómo se divierten y cantan después
de recrear como mataron a miles, porque, aunque de distintas formas, todos han
seguido con sus largas y felices vidas. Los crímenes de guerra los definen los ganadores y ellos lo son. Su único castigo
puede ser su propia conciencia, pero, ¿estando educados para no tener,
finalmente la tienen?
En la última
maravillosa media hora del documental, después de ver escenas de esa
surrealista e increíble película conmemorativa, empezaran a desvelarse los
sentimientos más ocultos de lo que significa matar. Sin accesorios, ni leyes,
ni penas, ni obligaciones, sino, lo que significa acabar con la vida de otra
persona en el cuerpo y la mente de uno mismo. Los testimonios, absolutamente
naturales y despreocupados, son lo más chocante de este film que, además, goza
de bellas e increíblemente humorísticas imágenes.
No se pierdan este documental, nominado al Oscar y ganador de
numerosos y merecidos premios. The act of
killing es una de las cosas más únicas y reveladoras del cine reciente, tan
real que parece inventado, sobre la maldad y la conciencia de las personas, por
encima de leyes o ideologías.
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