La última jornada de la ya
finalizada octava edición del IBAFF comenzó con el largometraje que más tarde
se alzaría con el Premio del público. Los
caballeros blancos, de Joachim Laffose, supone un retrato de incómoda
mirada hacia la labor humanitaria de ciertas ONGs occidentales. La cinta
plantea una interesante reflexión hacia la hipócrita labor humanitaria de una
Europa que no puede evitar sentirse superior a lo que quiere, en principio,
ayudar. La cinta del cineasta belga centra su argumento en un descontrolado
sistema de adopción infantil y en la relación de los voluntarios europeos y su
mirada paternalista con los habitantes africanos mediante un continuo ejercicio
de incomprensión mutua. Pese a gozar de un ritmo irregular y una puesta en
escena algo confusa cuyo principal valor es la tonalidad y aridez de su imagen
sumada a la falta de histrionismo en la interpretación de sus protagonistas, la
película resulta más que destacable por su capacidad original de plantear
nuevas preguntas.
Algo parecido se podría decir del cortometraje de un solo minuto, El avión, de Jesús Martínez y Jotoni. Pese a lo pobre de la animación, la obra consigue resumir en poco más de tres o cuatro imágenes nuestra pasividad ante un conflicto humano que nunca ha sobrepasado, para el espectador europeo, el mero contenido televisivo. El mismo mensaje, sí cabe aún más directo, forma el corto franco sirio Mare Nostrum de Rana KAZKAZ y Anas KHALAF que parte de una relación padre e hija hacia una reflexión sobre la importancia de las circunstancias que están llevando a miles de personas a arriesgar la vida de sus hijos en el mar.
Algo parecido se podría decir del cortometraje de un solo minuto, El avión, de Jesús Martínez y Jotoni. Pese a lo pobre de la animación, la obra consigue resumir en poco más de tres o cuatro imágenes nuestra pasividad ante un conflicto humano que nunca ha sobrepasado, para el espectador europeo, el mero contenido televisivo. El mismo mensaje, sí cabe aún más directo, forma el corto franco sirio Mare Nostrum de Rana KAZKAZ y Anas KHALAF que parte de una relación padre e hija hacia una reflexión sobre la importancia de las circunstancias que están llevando a miles de personas a arriesgar la vida de sus hijos en el mar.
Los caballeros blancos |
Quizás todos estos conflictos no
serían tales si pudiésemos concebir el mundo como parece retratarlo el gallego
Oliver Laxe en Mimosas, ganadora de
la Semana de la Crítica en el pasado Festival de Cannes. Mimosas es, ante todo, un relato iniciático que trabaja con la
cultura, tanto del paisaje como de las costumbres sociales y religiosas, para
llevar a sus personajes hasta un estado de suceso trascendente creado a partir
de una simple premisa dramática, el transportar un cadáver. También premiada en
Cannes, el IBAFF cerró su programación con Solo
el fin del mundo, el último trabajo de Xavier Dolan que fue galardonado con
el Gran Premio del Jurado en Cannes, también en la pasada edición. El joven
cineasta quebequés realiza un relato agotador e histriónico, confuso y
asfixiante donde poco más se saca que un radical planteamiento de verborrea e
intensidad actoral a cargo de un reparto poblado de estrellas.
Mimosas |
Más interesante resultó Geometría del esplendor, un largometraje
documental de José Ramón da Cruz acerca del mítico grupo de música industrial
Esplendor Geométrico. El cineasta parte de un material problemático como
siempre es la dinámica de los bustos parlantes y de una escasa cantidad de
material de archivo. Sin embargo, Geometría
del esplendor se sobrepone a sus
dificultades creando unos interesantísimos juegos visuales a modo de escenificación
de los ritmos de las canciones de Esplendor Geométrico (diversos remontajes de
obras de clásicos como Chaplin o Frad Astaire así como nuevas creaciones) y de un juego de pantalla partida y cambio del
punto de vista en sus entrevistas. Todo ello, además, plenamente justificado al
relacionarse con el carácter experimental y libre del grupo de música que
intenta retratar.
Geometría del esplendor |
Studio Pasolini, de Pablo López Jordán, es un cortometraje que
recorre el paisaje natural y humano tratando de encontrar lo que las palabras
de la voz en off, citas del propio Pier Paolo Pasolini, parecen enunciar. Con
la mucho más acertada Caro Diario (Nanni
Moretti, 1993) en la cabeza, las imágenes de López Jordán suponen un confuso
desfile de presencias cuya arbitrariedad solo es rescatada a veces mediante la
inteligencia, tanto lógica como sensorial, que expresan las reflexiones del
mítico artista italiano. Los árboles del
agua, de Ramón González fue el último trabajo a competición procedente del
taller de Kiarostami, de nuevo con el agua como hilo conductor. Con la mano de
un pintor que dibuja con agua en la roca un árbol tras otro a la vez que el sol
va borrando su obra, de la obra se desprende parte de esa esencia del director
iraní en torno a la capacidad de saber ver y capturar la poética de los
momentos corrientes y efímeros.
Con Kiarostami abríamos y ahora
cerramos esta serie de crónicas diarias (aquí tenéis las anteriores: día 1, día2, día 3, día 4) que han abordado de forma íntegra toda la Sección Oficial,
tanto de cortometrajes como de largometrajes, en lo que todos los años se
convierte en una cita ineludible de cine para la Región. Ha sido un orgullo
para nuestro blog y para mí (Rafael S. Casademont), personalmente, estar de
nuevo allí como medio acreditado en un festival cuya propuesta creemos tan
arriesgada como necesaria para una Comunidad Autónoma y una ciudad que necesita
de algún valiente que le muestre toda esa impagable e indispensable materia
oscura cinematográfica que vetan con impunidad los multicines. Esperamos que el
IBAFF siga mostrando al cinéfilo de la Región que el cine es tan abierto y diverso
como el mundo que lo crea. Esperemos también estar allí para contarlo de nuevo.
Por Rafael S, Casademont
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