“El Corredor del Laberinto”,
supone el debut en la gran pantalla de Wes Ball, creador del notable corto
“Ruin”, que también se espera que se adapte en un largometraje. Para esta
primera incursión, Ball adapta la novela juvenil con el mismo título de James
Dashner, siguiendo esquemas puramente de serie como los de la
famosa ‘Lost’, para crear una película que en principio podría encuadrarse
dentro de esa estética “Teen”, tan de moda en el cine últimamente,
pero que sin embargo sorprende gratamente con un buen desarrollo de los
personajes y una correcta dirección dentro de un
argumento muy intrigante y enfocado claramente a explotarse en sucesivas
secuelas.
Cuando Thomas (Dylan O’Brian) se
despierta atrapado en un laberinto enorme con otro grupo de chicos, no
puede recordar nada del mundo exterior más que unos extraños sueños
sobre una misteriosa organización conocida como C.R.U.E.L. Sólo
uniendo los fragmentos de su pasado, junto con pistas que descubre en el
laberinto, Thomas podrá descubrir su propósito verdadero y la
forma de escapar.
En este sentido, y pese a que no
estamos ante un argumento demasiado original, si algo beneficia a “El Corredor
del Laberinto” es su apuesta decidida por ir directamente al grano,
Wes Ball acierta al meternos de lleno desde el minuto uno en la agonía
y desesperación que envuelve al protagonista y su entrada en ese mundo
que desconoce, lo que hace inevitable que el espectador fácilmente se convierta
en un acompañante más de Thomas y sus compañeros en ese
misterio que envuelve al laberinto
Un misterio e intriga
muy bien llevados por el director, que además consigue envolverlos
dentro de un ritmo narrativo bastante rápido, acorde con el
título de la película. Además, se agradece y mucho, que se aleje
de innecesarios lances amorosos típicos de estos films para aprovechar
al máximo la aventura que se nos está narrando.
Una película cuya pretensión principal
va enfocada claramente a entretener al espectador sin más, algo
que se consigue, con el añadido además de un clímax final que deja con
ganas de secuela. Algo que puede ser positivo o negativo según se
mire, ya que la película juega con muchas incógnitas que
claramente deja entrever que se resolverán en futuras partes, pero
claro, si este film consigue meternos en el cuerpo las ganas de saber y ver
más, esquema parecido al tratado en series como ‘Lost’, las secuelas no pueden
ser menos y deben de optar por una resolución satisfactoria y a la altura, y
que determinará si nos encontramos con una historia verdaderamente
completa e interesante o con un truño explotado en tres films,
haciendo difícil su valoración individual.
Pero desde luego, la baza de no
mostrar más de la cuenta, en esta ocasión ha sido un acierto y
una buena elección por parte de su director Wes Ball en ésta primera
incursión por la gran pantalla.
NOTA: 6.5
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