Corn island es una película georgiana dirigida por George Ovashvili
que se ha alzado con numerosos premios internacionales, entre ellos el de Mejor
Película en el injustamente olvidado gran Festival de Karlovy Vary.
La película se sitúa en el río Enguri cuyas crecidas y descensos crean pequeñas islas fértiles que son aprovechadas durante unos meses para el cultivo. Un anciano y su nieta se adjudicarán uno de estos trozos de tierra situados en medio de un conflicto bélico.
La película se sitúa en el río Enguri cuyas crecidas y descensos crean pequeñas islas fértiles que son aprovechadas durante unos meses para el cultivo. Un anciano y su nieta se adjudicarán uno de estos trozos de tierra situados en medio de un conflicto bélico.
De forma sencilla y en un paisaje
tremendamente bello, la película narra esta bella historia del hombre contra el
tiempo y la implacabilidad de la naturaleza de forma sencilla y honesta,
juntando realismo con poesía. Las
imágenes y las miradas de sus protagonistas son las que hablan en esta
película que cuenta sus diálogos con los dedos de la mano.
En este paraje de ensueño rodeado de pesadillas, asistiremos de forma intensa al trabajo de este anciano
por construir su casa y labrar su pequeña porción de tierra contra los
elementos. También veremos el madurar de su joven nieta, una chica de extraña
belleza que asistirá en este trozo de tierra con nula intimidad a su intrigante
despertar maduro y sexual.
La intimidad, los secretos, la
sexualidad, el perdón, el trabajo y, sobre todo, lo efímero de todos estos
conceptos y temas “fundamentales” de la vida humana frente a la naturaleza
componen esta bella pieza de narración semi-documental que al final trata, como
todo, del imparable paso del tiempo.
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