
Ganadora de la Espiga de Oro, el gran premio en el Festival
de Valladolid, la nueva película de Yôji Yamada llega cargada de reconocimiento
internacional pero también de algunos detractores. La película del veterano y
exitoso director japonés de El ocaso del
samurái, entre otras, se atreve a abordar un remake de una de las obras
cumbres de la cinematografía, Cuentos de
Tokio de Yasujiro Ozu.
Algunos no perdonan que se realice un remake de una obra
insuperable ya que solo se puede reducir la calidad de la original. Yamada, sin
embargo, parece ser muy consciente de a lo que se enfrenta. Como el reciente
remake de Takashi Miike de otra obra cumbre, Harakiri, de Masaki Kobayashi, Yamada intenta cambiar lo menos
posible de la obra. Todo cambio empeora la película respecto a la original,
parece pensar Yamada. Sin embargo, para qué realizar un remake si se respeta
tanto el original. Yamada solo utiliza la mejor historia familiar jamás contada
como sincero homenaje y, sobretodo, para actualizarla a nuestra época.
Por supuesto, es muy inferior a la original, pero no deja de
ser una película muy interesante que se sitúa entre lo más destacado del
panorama internacional de este pasado año. Su modernización de la historia está
muy bien calculada y la admiración es tal, que la copia se transforma en
homenaje. Eso sí, para emocionar con su historia, Yôji Yamada recurre a ciertos
elementos sentimentales que solo Ozu sabía ocultar sin disminuir la emoción del
espectador.
La historia, al igual que la original, cuenta el viaje de una
pareja de ancianos, habitantes de de una isla japonesa, que viajan a Tokio a
reencontrarse con sus hijos. Aunque los hijos se comportan con los padres de
forma correcta, los pequeños detalles de la historia dejarán claro que su
atención y su tiempo dedicado a los padres, en ese viaje, es una pesada carga en su
día a día. Solo el hijo problemático de la pareja (cambio respecto a la
original) se prestará a darles toda la atención que merecen.
La familia, la vejez, la relación entre padres e hijos y,
sobretodo, los pequeños errores que más cuesta olvidar conforman esta historia
que sigue conmoviendo igual que desde el primer día. Su fuerza esta en que deja poso
para siempre con su extremo minimalismo y su emotiva contención. El argumento,
de lo más corriente, sucede ante nuestros ojos con una fuerza emotiva pocas
veces conseguida. Sin duda, la razón de ese efecto es la verdad y realidad de
esa historia.
En definitiva, una película muy recomendable que gustará a
los que no conozcan la original y a los fans de la misma que admitan la
película, no como una copia, sino como un homenaje. Pero encarecidamente pido,
si tienen que ver alguna, vean antes Cuentos
de Tokio de Yasujiro Ozu, para muchos una de las diez mejores películas de
la historia, no se arrepentirán.
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