‘Ex Machina’ es
un film de ciencia ficción realizado por Alex Garland que aunque reconocido
por la crítica, ha pasado sin pena ni gloria tanto por la taquilla
internacional como en la española, en parte por su escasa publicidad, y
quizá también por su alejamiento de ese entretenimiento
convencional
aunque funcional que suele impregnar últimamente el género.
Caleb, un
programador de 24 años que trabaja en una de las mayores empresas de
Internet del mundo gana un concurso cuyo premio es una semana de vacaciones en la
mansión privada del presidente ejecutivo de la compañía. Cuando Caleb
llega a la estupenda casa en medio de la nada, descubre que deberá
participar en un experimento tan extraño como fascinante en el que interactuará
con la primera inteligencia artificial auténtica del mundo que habita
en el cuerpo de una preciosa mujer robot.
En este sentido,
y como decía más arriba, el film se rodea de una aura diferente en su relato,
con un ritmo pausado donde su estructura narrativa se asemeja más a la
que impregna un guión teatral que a uno de cine, esto se ve ayudado por el
hecho de que sean tres los personajes protagonistas y que la acción se desarrolle
en tan solo cuatro o cinco estancias.
Además, el film
apuesta decididamente por hacer partícipe al espectador en ese
experimento que la sinopsis nos avanza, haciéndolo todavía más interesante. El
personaje de Caleb es una mera excusa en un film donde nosotros somos los verdaderos protagonistas
del experimento al que se ve sometido el protagonista, y una vez que
acabe, se abre el debate sobre la pregunta que abre el comienzo de la cinta, es
Ava (Alicia Vikander) ¿Una autentica Inteligencia Artificial con
sentimientos humanos?, y en definitiva, sobre el futuro de esa misma premisa en nuestra sociedad a corto plazo.
Un juego
psicológico e intrigante al que nos somete el director, donde muy
acertadamente muestra todo con una perfecta objetividad, sobre todo en
la relación de los tres protagonistas, perfectamente desarrollados y donde el
director además huye de innecesarios efectismos y entregando una
historia sin agujeros y prácticamente redonda.
Además, pese a
su escaso presupuesto, los detalles más técnicos, sobre todo en lo referente a los
efectos especiales, están muy cuidados, agradeciéndose que se entreguen
a la historia, no habiendo nada que falte ni sobre. Lo mismo se puede decir de los
decorados, pocos pero muy funcionales en su labor de crear la
atmosfera perfecta para el desarrollo de la historia que se nos
pretende contar.
En definitiva,
nos encontramos ante un film donde la reflexión prima por encima de la acción,
con diálogos
muy interesantes y trabajados, donde quizá en lo único que cojea, es
en recurrir a un tema ya trabajado en muchísimos films de ciencia ficción.
Pese a esto, Alex Garland demuestra mucho cariño y eficacia en
el producto que ha realizado no sólo como director sino como guionista, consiguiendo
entregar a los espectadores una pequeña joya (no por original sino por
bien realizada) del género en los últimos años.
Por Joaquín Muñoz
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