Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia completa
la indispensable y única trilogía que el sueco Roy Andersson comenzó con Canciones desde el segundo piso en el
año 2000. Con este inimitable cierre, tanto narrativo como de estilo, Anderson
se alzó con el León de Oro en el Festival de Venecia del pasado 2014.
El foco de toda la trilogía ha
sido simple y llanamente la observación irónica y audaz de la existencia y la
vida humana, en esta última entrega con más humor del ya acostumbrado. Con una
serie de microhistorias que al final van componiendo algunas más largas (los
dos vendedores de artículos de broma) el autor vuelve a hacernos partícipes,
mediante la pura observación, de ese mundo frío y artificioso que organiza y
que, sin embargo, parece más real y desnudo que el que acertamos a ver día a
día.
El sueco repite su ya famoso
estilo, una composición fotográfica sencillamente perfecta con una fría gama
cromática y una profundidad de campo pocas veces vista creando frescos en movimiento en
los que cada escena es un solo plano, normalmente muy poblados, en los que el
espectador puede elegir en cual de los múltiples detalles posar su mirada.
Sin duda una de las mejores
películas del pasado año, el cierre a una trilogía única y recomendable de un
autor de (tristemente) escasa filmografía. Una película llena de momentos de
humor, originalidad, historia y melancolía que dota al espectador de un
atributo que pocos le permiten, la libertad y el poder de crear con su mirada.
No hay comentarios :
Publicar un comentario