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6 de marzo de 2015

IBAFF día 3: "Cavalo Dinheiro", "Hard to be a God", "Alexfilm", "Waiting for August", "Pareces una carreta..." y más



Seguimos con el Festival Internacional de Cine de Murcia IBAFF 2015. Conforme se va acercando el final del Festival, las películas cabeza de cartel van apareciendo en la programación.

A primero hora de la tarde pudimos ver Archipiélago, cortometraje de la Sección Oficial de Gustavo Beck. Este cortometraje chileno narraba la cotidianidad de una familia en un mundo que parece rechazar la cercanía y la intimidad. El cortometraje, de buenas intenciones, muestra una serie de imágenes corrientes que, sin ser desagradables y algunas siendo bastante simpáticas, no hacen pasar a este obra de la indiferencia y el olvido.

Inmediatamente después, disfrutamos de la arriesgada nueva propuesta del chileno Pablo Chavarría, Alexfilm. El largometraje a concurso chileno, rodado en solo cuatro días y con un equipo de tres personas y un actor (como nos dijo su productor y cámara, allí presente) cuanta la historia de un hombre en una vida rutinaria, algo ermitaña. Este protagonista se comunica solo con su voz en off que parece distanciarse cada vez más la voz del cuerpo. Mediante un montaje realmente vanguardista, con grandes, aunque irregulares ideas como la repetición de situaciones o el movimiento giratorio de la cámara hacen avanzar a la película hacía una valiente propuesta final, dotada de sutil belleza y agradable desconcierto.


Después vino la esperada Pareces una carreta de esas que no la para ni los bueyes, película dominicana de Nelson Carlo de los Santos Arias. La película es un documental sobre dos mujeres, madre e hija, familiares del director que viven como inmigrantes en Nueva York. A pesar de ser un rodaje de varias semanas, el director finge que la historia trascurren en una solo noche. Sin salir de la casa se pretende dar la sensación de claustrofobia y trasmitir el aislamiento personal de las dos mujeres, solas y alejadas del mundo. La más joven, ya menopáusica, solo es capaz de vivir a través del teléfono, el cual utiliza para comprar comida, buscar pareja o incluso rezar. Su madre solo desearía haberla hecho más independiente. Con la historia de estas dos mujeres, de forma muy natural y cercana, trascurre este documental con una propuesta interesante que debido a su carácter improvisado y contemplativo se hace largo y monótono exceptuando los momentos en los que la realidad de la vida de las mujeres sí nos depara algo interesante. Todo ello acompañado de versos, rótulos y momento musical a cámara lenta que rompe, de forma necesaria, la monotonía del relato.


Llegada la noche vino el que, sin duda, es el gran momento de esta edición del Festival IBAFF. Cavalo Dinheiro, ganadora del Premio a Mejor director en el Festival de Locarno y que venía acompañado de la presencia de su prestigioso director, Pedro Costa. El cineasta portugués, una referencia ineludible del cine de autor actual reunió con su presencia a toda la dirección, jurado y cualquiera interesado en el Festival. Nadie quería perderse el estreno en España de la película con mejor cartel de la crítica sin distribución nacional.


La película del cineasta portugués vuelve a contar con Ventura, el jubilado obrero caboverdiano, con problemas físicos y mentales que ya utilizó Pedro Costa en su anterior largometraje en solitario, Juventud en Marcha. La película conforma toda una metáfora sobre lo vivido por su protagonista. Costa se caracteriza por encontrar en las sombras de los barrios marginales de Lisboa a sus sujetos, portadores oscuros de la verdad del mundo que nos rodea. Con Ventura como medio, recreando sus sueños, sus miedos, su vida, su familia, sus recuerdos, sus esperanzas, muertes u obsesiones, el director portugués reconstruye el pasado de su país desde la revolución de los claveles y vuelve a denunciar el cruel destino de la inmigración en Europa, especialmente, de los caboverdianos. Costa nos regala un relato difícil de seguir, lento y lleno de poesía y metáfora, con algunos toques musicales y para el que necesitamos saber algo del cineasta y su protagonista. Pero sobre todo nos regala, en la que es su producción más importante hasta la fecha (algo más de 100.000 euros) una fotografía increíblemente bella. Todo el público no pudo evitar pensar, mediante ese juego de claro oscuros, lleno de negros y bellísimos contrastes, en películas como El gabinete del doctor Caligari o La noche del cazador. En definitiva, cine “difícil”, pero, sobre todo, cine necesario al que todo el IBAFF quedó merecidamente rendido ante la presencia de su autor.


Para finalizar el día, en la sesión nocturna pudimos ver el cortometraje Viernes santo, del dominicano Carlos Reyes, que retrataba bellamente la dura vida de los trabajadores haitianos en la isla caribeña. Bonito y sincero, aunque visto desde fuera de la situación, algo insustancial.

Crónica del día 3 del IBAFF 2015 completada con estos dos fragmentos de Alfonso Cañadas:

Hemos podido disfrutar en esta mañana de jueves de Hard to be a God, la obra de Aleskey German que ha llevado más de diez años su finalización. Hard to be a God no es una historia nacida de una situación, es una situación nacida de una historia. En apenas cinco minutos una voz en off nos sumerge en su contexto, unos científicos son enviados al planeta Arkanar donde su sociedad ha quedado anclada en la Edad Media y toman a éstos visitantes por dioses. Los más de 170 minutos restantes serán utilizados por su realizador para mostrar las condiciones de vida, las costumbres y los problemas de una sociedad que cree convivir con un ser superior a todos ellos. Un ensayo de falso documental sobre la edad media, un experimento destacable, potente y denso, pero ante todo y por encima de lo anteriormente nombrado, único.


Por la tarde, también pudimos ver Waiting For August que nos plantea una nueva visión a la hora de abordar la idea de emigración, retratando el día a día de los hijos de una emigrante rumana que trabaja en Italia de asistenta de hogar, mientras sus hijos la esperan en su país natal. La obra de Tedora Mihai es sincera, triste y natural, su condición documental en parte justifica su plano desarrollo y el naturalismo de sus personajes. Pero también cabe destacar que cuando la obra alcanza su dramático final poco queda la memoria de esta Waiting for August.


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