Seguimos con el Festival Internacional de Cine de Murcia IBAFF 2015. Conforme se va acercando el final del Festival, las películas cabeza de cartel van apareciendo en la programación.
A primero hora de la tarde pudimos ver Archipiélago, cortometraje de la Sección Oficial de Gustavo Beck. Este cortometraje chileno narraba la cotidianidad de una familia en un mundo que parece rechazar la cercanía y la intimidad. El cortometraje, de buenas intenciones, muestra una serie de imágenes corrientes que, sin ser desagradables y algunas siendo bastante simpáticas, no hacen pasar a este obra de la indiferencia y el olvido.
Inmediatamente después,
disfrutamos de la arriesgada nueva propuesta del chileno Pablo Chavarría, Alexfilm. El largometraje a concurso
chileno, rodado en solo cuatro días y con un equipo de tres personas y un actor
(como nos dijo su productor y cámara, allí presente) cuanta la historia de un
hombre en una vida rutinaria, algo ermitaña. Este protagonista se comunica solo
con su voz en off que parece distanciarse cada vez más la voz del cuerpo.
Mediante un montaje realmente vanguardista, con grandes, aunque irregulares
ideas como la repetición de situaciones o el movimiento giratorio de la cámara
hacen avanzar a la película hacía una valiente propuesta final, dotada de sutil
belleza y agradable desconcierto.
Después vino la esperada Pareces una carreta de esas que no la para
ni los bueyes, película dominicana de Nelson Carlo de los Santos Arias. La
película es un documental sobre dos mujeres, madre e hija, familiares del
director que viven como inmigrantes en Nueva York. A pesar de ser un rodaje de
varias semanas, el director finge que la historia trascurren en una solo noche.
Sin salir de la casa se pretende dar la sensación de claustrofobia y trasmitir
el aislamiento personal de las dos mujeres, solas y alejadas del mundo. La más
joven, ya menopáusica, solo es capaz de vivir a través del teléfono, el cual
utiliza para comprar comida, buscar pareja o incluso rezar. Su madre solo desearía
haberla hecho más independiente. Con la historia de estas dos mujeres, de forma
muy natural y cercana, trascurre este documental con una propuesta interesante
que debido a su carácter improvisado y contemplativo se hace largo y monótono
exceptuando los momentos en los que la realidad de la vida de las mujeres sí
nos depara algo interesante. Todo ello acompañado de versos, rótulos y momento
musical a cámara lenta que rompe, de forma necesaria, la monotonía del relato.
Llegada la noche vino el que, sin
duda, es el gran momento de esta edición del Festival IBAFF. Cavalo Dinheiro, ganadora del Premio a
Mejor director en el Festival de Locarno y que venía acompañado de la presencia
de su prestigioso director, Pedro Costa. El cineasta portugués, una referencia
ineludible del cine de autor actual reunió con su presencia a toda la
dirección, jurado y cualquiera interesado en el Festival. Nadie quería perderse
el estreno en España de la película con mejor cartel de la crítica sin
distribución nacional.
La película del cineasta portugués
vuelve a contar con Ventura, el jubilado obrero caboverdiano, con problemas
físicos y mentales que ya utilizó Pedro Costa en su anterior largometraje en
solitario, Juventud en Marcha. La
película conforma toda una metáfora sobre lo vivido por su protagonista. Costa
se caracteriza por encontrar en las sombras de los barrios marginales de Lisboa
a sus sujetos, portadores oscuros de la verdad del mundo que nos rodea. Con
Ventura como medio, recreando sus sueños, sus miedos, su vida, su familia, sus
recuerdos, sus esperanzas, muertes u obsesiones, el director portugués
reconstruye el pasado de su país desde la revolución de los claveles y vuelve a
denunciar el cruel destino de la inmigración en Europa, especialmente, de los
caboverdianos. Costa nos regala un relato difícil de seguir, lento y lleno de
poesía y metáfora, con algunos toques musicales y para el que necesitamos saber
algo del cineasta y su protagonista. Pero sobre todo nos regala, en la que es
su producción más importante hasta la fecha (algo más de 100.000 euros) una
fotografía increíblemente bella. Todo el público no pudo evitar pensar, mediante
ese juego de claro oscuros, lleno de negros y bellísimos contrastes, en
películas como El gabinete del doctor Caligari
o La noche del cazador. En definitiva,
cine “difícil”, pero, sobre todo, cine necesario al que todo el IBAFF quedó
merecidamente rendido ante la presencia de su autor.
Para finalizar el día, en la
sesión nocturna pudimos ver el cortometraje Viernes
santo, del dominicano Carlos Reyes, que retrataba bellamente la dura vida
de los trabajadores haitianos en la isla caribeña. Bonito y sincero, aunque visto
desde fuera de la situación, algo insustancial.
Crónica del día 3 del IBAFF 2015
completada con estos dos fragmentos de Alfonso Cañadas:
Hemos podido disfrutar en esta
mañana de jueves de Hard to be a God,
la obra de Aleskey German que ha llevado más de diez años su finalización. Hard to be a God no es una historia
nacida de una situación, es una situación nacida de una historia. En apenas cinco
minutos una voz en off nos sumerge en su contexto, unos científicos son
enviados al planeta Arkanar donde su sociedad ha quedado anclada en la Edad
Media y toman a éstos visitantes por dioses. Los más de 170 minutos restantes
serán utilizados por su realizador para mostrar las condiciones de vida, las
costumbres y los problemas de una sociedad que cree convivir con un ser
superior a todos ellos. Un ensayo de falso documental sobre la edad media, un
experimento destacable, potente y denso, pero ante todo y por encima de lo
anteriormente nombrado, único.
Por la tarde, también pudimos ver
Waiting For August que nos plantea
una nueva visión a la hora de abordar la idea de emigración, retratando el día
a día de los hijos de una emigrante rumana que trabaja en Italia de asistenta
de hogar, mientras sus hijos la esperan en su país natal. La obra de Tedora
Mihai es sincera, triste y natural, su condición documental en parte justifica
su plano desarrollo y el naturalismo de sus personajes. Pero también cabe
destacar que cuando la obra alcanza su dramático final poco queda la memoria de
esta Waiting for August.
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