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[CRÍTICA] Sicario: Un autor en Hollywood, entre el bien y el mal
Sicario puede convertirse en la película que confirme a Denis
Villeneuve como un director de masas, cada vez más ambicioso en sus argumentos
y más atractivo para la taquilla. El canadiense, probablemente, no se
convertirá en el próximo mainstream
de la cinefilia, en Nolan o Tarantino, pero sí se está ganando el derecho a ser
nombrado como el director más en forma en cuanto al formato de thriller de
acción estadounidense. Recordamos nuestra reseña a la más acertada Prisioneros.
La película narra la historia de una agente de asalto del FBI
que será reclutada por la CIA para luchar contra la droga en la frontera y al
otro lado de la misma. La constante tensión de las operaciones y la invisible
división entre el bien o el mal, entre buenos y malos, acaban de conformar el
argumento, por otra parte clásico de esta película.
La nueva película de Villeneuve no pasará a la historia como
la obra maestra del subgénero del tráfico de drogas (emparentémosla con la más
angulosa Traffic de Soderbergh) pero
sí como una película bien realizada, llena de buenos momentos y en la que el
director no renuncia a la dureza que deben tener sus personajes sin, a su
vez, entrar en la exposición pura de la violencia como hacía Amat Escalante en Heli. De nuevo vemos cadáveres bajo los puentes, asesinos
(sicarios) que vuelven a su casa a llevar a sus hijos al colegio con sangre en
las manos y policías aún peores.
El trío protagonista juega a un alto nivel destacando por
encima de Josh Brolin, quizás algo histriónico, a Benicio del Toro en un papel
que le va como anillo al dedo y a Emily Blunt. Es habitual que las películas
americanas nos cuelen a gente de belleza casi irreal en todos los papeles, no
existe para los americanos la normalidad. Pese a ello, Emily Blunt consigue con
su seria, sobria y compleja interpretación asemejarse a los demás compañeros de
su unidad, auténticos armarios más propios del rugby neozelandés. En el otro
lado esta Benicio del Toro y sus susurros (en castellano e inglés), que serán el
personaje que represente la línea entre ambos mundos, solo él puede o debe
cruzar de uno a otro.
No obstante, lejos de recordarnos a otros clásicos del género,
la narrativa de constante tensión que plantea Villeneuve desde el minuto uno
hasta el último nos recuerda más a ejercicios narrativos como el que le valió
el Oscar a Kathryn Bigelow por En tierra
hostil. Aquí no hay que desactivar bombas pero cuando en cada esquina alguien
puede disparar el peligro es el mismo.
Los planos de helicóptero, la excelente situación de la
acción de Villeneuve, unas muy correctas interpretaciones, una buena música de
acompañamiento y un director que sigue siendo fiel a sí mismo y a su historia
en los momentos importantes da como resultado una de las películas más
disfrutables de la cartelera.
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