El cortometraje senegalés Milles soleils, de Mati Diop, es, por ahora, el mejor corto que hemos visto en esta edición. La obra continúa un clásico del cine senegalés, Touki Bouki, en el que dos amantes planean dejar Dakar e inmigrar a París. Finalmente, la chica se va pero el hombre se queda, incapaz de abandonar su tierra. El corto, de 45 minutos de duración, retoma la historia cuarenta años después con el mismo protagonista de Touki Bouki, que sigue en Senegal, nunca se fue. Un corto muy bonito, bellamente filmado, sobre el paso del tiempo, de las oportunidades perdidas y del amor injustificado y puramente romántico a la tierra que es tu hogar. Además, el cortometraje utiliza varios recursos poéticos y artísticos, destacando la doble utilización de la canción “High Noon”, conocida por el clásico del western Solo ante el peligro.
Inmediatamente después se
proyecto El rostro, película argentina
de Gustavo Fontán. La obra, galardonada
con el Premio a Mejor Película en el Festival Márgenes (principal nutridor de
films del Festival IBAFF junto con Locarno) se trata de una película
experimental, pura poesía visual. En blanco y negro y con diferentes texturas
de cinta y definición, el cineasta argentino retrata un paisaje fluvial en
medio de la selva y la rutina de las gentes que lo habitan. Se corta madera, se
pesca, se arregla el bote. Podríamos extraer rasgos de una historia pero sería
en vano ya que El rostro es una obra
para deleitar a la mirada cuyo contenido está completamente difuminado. Si sus imágenes
no te atrapan… solo dura 65 minutos.
Esa misma tarde se proyectaba Jauja, sin duda el gran nombre de este
Festival. La maravillosa película de Lisandro Alonso forma parte de nuestro Top20 de 2014 y aquí podéis leer una crítica detallada de esta maravillosa película.
Africa 815 es, a falta de un día para el cierre, la Opera prima más
convincente del IBAFF 2015. La película de Pilar Monsell es un sincero
acercamiento a su padre centrándose en su servicio militar. A través de fotos y
videos caseros se nos cuenta su vida, mientras su hija lee sus memorias. Así,
se descubre a un hombre enamorado de amar que, iluso, no podía dejar de
intentarlo. Una película sincera, fluida y atractiva donde, sobre todo,
sorprende la facilidad de su protagonista para haber vivido una vida puramente
basada en su corazón, sin ataduras ni prejuicios.
El plato fuerte del día llego por
la noche, con el pase del fenómeno del cine español actual, Sueñan los androides, de Ion de Sosa.
Después de sus pases en el festival de Sevilla y Berlín, la película fue
presentada en Murcia por su director, acompañado de los cineastas Luis López
Carrasco (productor de la película y director de El futuro, mención especial del IBAFF 2014) y por Chema García
Ibarra (co-autor del guión y, muy probablemente, el mejor y más original
cortometrajista del país).
Cuando se oye hablar de la
película, titulada así por ser una adaptación de la obra en la que se basa el
clásico de ciencia ficción Blade
Runner, “Sueñan los androides con
ovejas eléctricas” y que se rueda en un futurista Benidorm no queda otra que
esperar algo único, como así sucede.
Con un presupuesto ínfimo, basado
en el bendito colegueo, Ion de Sosa y sus amigos nos regalan una de esas
películas que año tras año dan vidilla a un cine español que parece estar forzado
a ser cada vez más y más perezoso de sí mismo.
La película no llenará multisalas
ni será una superventas pero es de una libertad que a todo aficionado al cine
ha de agradecer. Benidorm, sus gentes, su estética y su mundo son explotados de
forma continua; siendo la ciudad la verdadera protagonista. Mientras un humano
no se para de cargar replicantes (absolutamente indistinguibles unos de otros)
veremos los conocidos bailes de la tercera edad de la ciudad alicantina, sus
rascacielos y su particular micromundo. En este 2052 en el que casi nada ha
cambiado, donde ha vuelto la peseta y mediante una estética retro, Ion de Sosa
se sobra para crear este original retrato de la situación actual de España
utilizando esta extraña distopía benidorniana como símil de la lucha de clases actual.
También cabe mencionar, además de la excelente descripción de espacios, el uso
del 16 mm para darle esa textura única a la imagen junto con la utilización de
vídeos caseros del propio director a modo de recuerdos de los “replicantes”.
Después de una entretenida charla
con estos tres interesantes personajes acabó otra jornada del IBAFF a la que,
tristemente, ya solo le queda un día de competición.
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