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6 de febrero de 2016

El mejor cine español del año: la ceguera de los Premios Goya


Esta entrada podría haberse publicado a principios de enero, a modo de resumen de lo mejor del cine español de este año, sin embargo, ya que nos acercamos a la Gala de los Goya, este año además de aniversario (30 años de Premios de la Academia) parece lo más indicado hablar ahora de cine español. Esta entrada intenta resaltar todos aquellos títulos (lamentablemente, los que he podido ver ya que ninguno es de fácil acceso) que, aunque la Academia ignora, conforman el orgullo de cine español de este año. No entraré a comparar su calidad con las de las nominadas por no resultar demasiado agresivo o caer en excesiva subjetividad en la comparativa. Solo se pretende con esta entrada hacer justicia con varias de las películas más meritorias del año que la Academia no quiere visibilizar ni premiar, las que necesitan y, sobre todo, merecen ser más conocidas y más vistas, un cine fuera de las instituciones, libre y personal, independiente, diferente, diverso y ambicioso.

Gran parte de estas obras dependerían de estos premios para llegar al gran público, muy difíciles de ver, consumir y comprar, la mayoría de estas obras también han sido vistas por distintas secciones de los Festivales de Sevilla o San Sebastián, internacionales como Locarno, Rotterdam o Berlín, nacionales jóvenes como el Festival IBAFF o Filmadrid o en la maravillosa labor del Festival Márgenes que a día de hoy ofrece varios de estos títulos online. Finalmente, cuando llegan a los cines suelen aparecer solo escasas semanas en cartel, en los cines más alternativos de Madrid y Barcelona, su existencia nacional se mueve por salas independientes vinculadas con escuelas o con distintas (todas alabables) iniciativas, incluidas las filmotecas. Además, la mayoría llega a funcionar en pases únicos, en los que suele ser habitual disfrutar del honor de la presencia de su creador o creadores. Todo un lujo que queda reservado en exclusiva, salvo honrosas excepciones, a las más grandes urbes. Estas son algunas de las mejores películas españolas del año que no veremos en "la fiesta del cine español".


Sí hablamos de cine español tenemos que hablar de José Luis Guerin y su última gran obra La academia de las musas, primera ganadora nacional del Festival europeo de Sevilla, que aún se puede ver en varios cines de toda España. Es el propio realizador, que cuenta en su currículum con los citados Goya e incluso con un Premio Nacional de Cinematografía es el que se encarga en persona de la distribución por los más variopintos cines del panorama nacional. Difícilmente habrá una película española mejor que La academia de las musas este año (estrenada oficialmente el 1 de enero). Una película sin logos al principio, como recuerda el autor cual declaración de principios, la última obra del autor de Tren de sombras es una ensayo sobre el poder de la palabra, la conversación, los roles, el amor y las relaciones. Una utopía sobre el concepto de musas con actores no profesionales que, por irreal e inverosímil acaba pareciendo un documental. Todo un ejercicio estético con los reflejos de imagen y el sonido que te convoca a un debate interior que se disfruta de igual manera una vez acabada la película. Recordamos nuestra crítica aquí.

Otro acontecimiento cinematográfico que debería brillar con luz propia en el panorama del cine nacional es Transeuntes, de Luis Aller. Después de pasar por festivales como el Bafici argentino, Luis Aller nos regala, al fin acabada, una obra con la que ha estado trabajando (escribiendo, rodando y montando de manera simultanea) durante la friolera de veintidós años. El resultado es una obra única en narrativa y sensaciones que tiene a la ciudad de Barcelona como autentico motor. Llevando al límite el concepto de película de “historias cruzadas” esta obra nos mezcla y cuenta, en escasas pinceladas, decenas de historias de diversos personajes que se intercalan, se unen, aparecen, envejecen y cambian. Todo ello mezclado, cómo no, con imágenes del mundo que les y nos rodea, los carteles, las noticias, el cambio y el movimiento. Con el caos como sistema central la película apabulla en su inicio para ir creando sensaciones únicas conforme va llegando a su final donde la narración se unifica como un todo casi infinito en la cabeza del espectador. Sin duda, una de las películas más trascendentes y ambiciosas de las últimas décadas del cine nacional.


O futebol ha sido otra de las grandes películas del año. La película, que ha pasado por festivales como el de Mar del Plata, Locarno o Sevilla, está protagonizada por el propio director, Sergio Oksman, y su padre con el que protagoniza un curioso reencuentro al volver a Brasil durante el pasado mundial de fútbol. Llegada a las pantallas y a la distribución Online por medio de Márgenes, la película juega de manera inteligente e increíblemente sencilla con las fronteras del documental y la ficción creando una obra donde lo más interesante es la perfección de todo lo que ocurre y, sobre todo, la naturalidad que esto desprende. Se recuerdan la escena donde, frene al hospital llega una ambulancia mientras la gente celebra, en el mismo plano un gol de Brasil. Otra de las escenas cumbre (como muchas de ellas dentro del coche con padre e hijo) es la que sucede con el estadio de fútbol de fondo, muy a lo lejos, mientras ambos solo pueden hablar de sí los gritos que escuchan son por un gol o por una ocasión fallada. Recordamos de nuevo nuestra crítica en la inauguración de la V edición del Festival Márgenes aquí.

Otra película con similar recorrido, Sevilla y Márgenes, es Berserker, la nueva obra de Pablo Hernando. Para todos los que piensan que el cine de bajo presupuesto solo es algo raro, sin género o ritmo y que todo el rato planea sobre el documental cuando es ficción convendría enseñarle este originalísimo thriller. Protagonizado por un personalísimo Julián Génisson y la siempre irresistible Ingrid García Jonsson, Berserker nos cuenta la historia de un joven escritor sin talento que encuentra en el asesinato de un conocido una historia mejor que la que jamás se podría inventar. Su ambición por apropiarse de la historia le lleva a investigar cual detective sobre los implicados y sus víctimas. La cosa cambia cuando se topa con un verdadero peligro. En Hollywood, un reportero o escritor se jugaría la vida y manejaría cual agente especial armas de fuego para llegar a su objetivo pero ¿lo hará en esta historia? Sin duda, una particular revisión del género, no exenta de humor y entretenimiento. Actualmente, actor y director se encuentran estrenando su nuevo trabajo juntos, Esa sensación, también dirigida por Juan Cavestany (Gente en sitios), en el Festival internacional de cine de Rotterdam.


Las altas presiones, cinta gallega de Ángel Santos ha sido otra de las maravillas de los últimos meses del cine español. Con sensibilidad y agudeza, el realizador narra la historia de un cineasta de poco éxito que vuelve a su ciudad natal para rodar unos planos por encargo. Al reencontrarse con sus viejos amigos, los recuerdos de amores que fueron y pasaron o que nunca serán le invadirán creando una bonita historia sobre lo difícil que es encontrar tu sitio en esta vida por mucho que avances en ella. Pasó y salió premiada por el Festival de Sevilla en 2014, llegó a diversas filmotecas y escasos cines a finales del 2015, quizás en 2016 más gente pueda verla.


Un día perfecto para volar supone la vuelta del realizador catalán Marc Recha. Pese a la carrera de su realizador, la película se estrenó comercialmente solo en Barcelona, llegando a otras ciudades de manera especial. La película, con un planteamiento tan ligero y sencillo como atractivo juega con la forma del cuento infantil. Anclada en lo real y más sencillo la película nos sumerge en un mundo de fantasía de la mano de la voz de un cuentacuentos acompañado de un niño, el propio hijo del director, que oye atento todas las historias de este, no sabemos si real o irreal, personaje.


Otro rara avis del cine catalán que pudimos ver dentro del marco del Festival PNR (Plataforma de nuevos realizadores) de Madrid fue Amor eterno, de Marçal Forés. La película, rodada como un LittleSecretFilm (películas con escaso dinero que han de rodarse en 24 horas, esta fueron algo más de tres días) supone el nuevo trabajo del director de la originalísima Animals y nos remite a un extraño lago donde coinciden profesores y alumnos, junto con gente de todo tipo para hacer cruising (intercambio sexual con desconocidos) y demás derivas grotescas, hablando claro, sangrientas. Misteriosa, extraña, especial y atrayente, os recordamos nuestra más extensa crítica a esta película aquí.

En el apartado documental cabría destacar la obra de Pilar Monsell que bucea en las fotos y memorias de su padre en África 815 para descubrirnos a un hombre que vivió siempre con el objetivo del amor. Con un nada disimulado y comprensible amor hacia su personaje, la película bucea en la vida de un hombre enamorado, por encima de sus experiencias sexuales y su homosexualidad, lo que nos llega es la historia de los sentimientos de una persona, excelentemente narrados con amor y respeto por su hija. Recordamos nuestra crónica del IBAFF el día de su emisión aquí.


Como el anterior documental, en el anterior Festival IBAFF pudimos disfrutar también de Antígona despierta, dirigida por Lupe Pérez García y protagonizada por Gala Peréz a la cual recordamos por su bellísima presencia en otra de las grandes obras del cine español reciente, La jungla interior. Recuperando la obra griega y deformándola a su antojo para alcanzar su esencia la película supone un complejo viaje espiritual a través de imágenes excepcionales, especialmente la que muestra a la protagonista junto a una bandada de buitres. La crónica del día de su pase aquí.

El cine español parece excluido de los grandes festivales extranjeros pero, aunque no sonó mucho, dos películas españolas (dentro de las secciones paralelas) impresionaron por sus radicales propuestas en el Festival de Berlín de 2014 y llegaron a nuestras salas, de forma esporádica a lo largo del pasado año. El complejo del dinero, de Juan Rodrigañez es una obra única, de particularidades difíciles de definir. La película se centra en la reunión de varias personas de diferentes edades en una finca de campo, con el suceder de la película se irán sucediendo las conversaciones y los momentos, entre reales y ficcionales de este extraño grupo, a veces persona, a veces personaje, que conforma una obra difícil de definir y explicar.


En una línea opuesta y, por otra parte, similar, se encuentra Sueñan los androides, de Ion de Sosa, nada más y nada menos que Blade Runner (basado en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?) en Benidorm. La propuesta ya es de por sí, chocante. Nadie como Ion de Sosa se ha acercado a la a esencia urbana, humana y arquitectónica de ese extraño ente que es la ciudad de Benidorm. Aún menos, lo ha hecho con replicantes que van por ahí asesinando a personas de las que no se diferencian en nada. Por encima de conformar una metáfora de la crisis en su aspecto más humano y de confrontación de clases, la película supone un atractivo experimento de retromodernidad del que ya escribimos al verla en el pasado Festival IBAFF (aquí su crónica)

Otra de las películas que pudimos disfrutar en el pasado IBAFF, así como en otros festivales pero que luego no vimos en pantallas comerciales es No todo es vigilia. Un documental, con evidente planificación, dirigido por Hermes Paralluelo que vuelve la mirada hacia sus propios abuelos. Las situaciones que se producen, de exquisita estética y puesta en escena, están dotadas de un humor vivaz y auténtico. La sinceridad que desprenden sus protagonistas, así como los momentos nostálgicos, enfrentados a los más dramáticos, componen en esta película un precioso y emotivo retrato de la vejez. Recordemos aquí nuestra crónica de cómo esta película inauguró el pasado Festival IBAFF.


En otro apartado de películas, igualmente destacables pero que han tenido más suerte en las salas creo que he de nombrar a dos que, pese a haber recibido alguna que otra nominación gozan del merito de denuncia y la originalidad de su tema y tratamiento. Hablo de El negociador, la película de Borja Cobeaga que consigue jugar hábilmente con el género cómico dentro de una historia tan potente como son las negociaciones del gobierno del PSOE con ETA (crítica aquí). También oiremos en la Gala de los Goya de vez en cuando el nombre de Techo y Comida (crítica aquí), una de las películas que más directamente se ha atrevido a denunciar la extrema situación humana en la que se encuentran muchas personas de este país cuya vida se sucede mientras el resto de habitantes miramos hacia otro lado o a la televisión. Con la interpretación de Natalia de Molina como principal arma, la película se siente real y auténtica y su propósito de denuncia está más que conseguido y más que justificado, imposible no recordar aquí también otra joya del año pasado, otra pequeña luz en los Goya, Hermosa juventud, de Jaime Rosales.

Otra película que hemos visto en algunos cines de manera habitual, que triunfó en el mediático Festival de Málaga, pero que ha sido ignorada por la Academia, es Los exiliados románticos (crítica aquí), la tercera película de Jonas Trueba. Una vitalista road movie con humor, ganas de vivir, mucha verdad, disfrute, ligereza, aparente espontaneidad e incluso momentos de tensión (la declaración de amor en París) que vuelve a recordarnos que los treinta ahora son la nueva adolescencia y que la búsqueda de uno mismo nunca puede ser planeada.


Esto, obviamente no lo es todo, ha habido mucho, mucho más de lo que me gustaría haber podido disfrutar. En el futuro, aún por llegar, ya se intuye que la cosa no parará. Otro año más, este 2016 que aún está en su comienzo nos volverá a traer películas que, de nuevo, serán difíciles de ver, pero hecha la trampa (sí, la trampa) hecha la ley y con las numerosas iniciativas particulares, la voluntad de los cineastas y cinéfilos, están películas seguirán haciéndose y seguirán llegando. Ya hemos hablado de Esa sensación (foto anterior), ahora en Rotterdam, esperemos que no tarde en llegar la multipremiada opera prima como director de Mauro Herce, Dead slow ahead, o una película que espero con ansia, Oleg y las raras artes de Andrés Duque, entre muchas otras. No estarán en los Goya ni en las grandes salas, pero alguien las verá y ese alguien, yo o usted, será alguien afortunado.

 Por Rafael S. Casademont


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