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16 de octubre de 2014

Perdida: Por favor, no seas tu mismo



David Fincher, uno de los escasos grandes directores de los estudios hollywoodienses actuales, ha llegado a nuestras salas de cine con otra notable obra. El director de films ya clásicos como El club de la lucha, El curioso caso de Benjamin Button, Zodiac, La red social y sobre todo la oscura Seven vuelve a dar una muestra de pulso e inteligencia confirmándose, por enésima vez, como una apuesta segura.



Perdida ante todo es una estilizada trampa, se podría decir que la película trata sobre una mujer desaparecida (Rosamund Pike) y su marido que la busca (Ben Affleck), parece que eso quiere hacernos pensar el director por lo que no desvelaré ni un ápice de su compleja y originalísima trama deudora del Best seller en el que se basa. Solo me atrevo a escribir que decir que este film es un thriller sobre una persona desaparecida y su búsqueda es como argumentar que Psicosis, del genio Alfred Hitchcock, cuenta la historia de la huida de una joven secretaria al robar a su jefe. Aunque, como el propio Fincher declaró en una entrevista, si fuese una película de Hitchcock, Perdida sería, salvando las distancias, Vértigo.


Con un ritmo basado en el suspense, que no en la intriga y la sorpresa, como bien diferenció también el maestro inglés, la película nos lleva a través de sus casi dos horas y media hacia el descubrimiento de unos personajes complejos y, sobre todo, ambiguos. Iremos avanzando, a modo de caja rusa hacia el fondo de ese idílico matrimonio mediante una narración, en apariencia sencilla que, sin embargo combina narraciones simultáneas en tiempos diferentes, continuas mentiras y estructura circular. Entre sus numerosas armas cuenta también con el perfil psicópata más original, sorprendente, inteligente y desconcertante de las últimas décadas.


Además de su guión, excelente en forma y fondo, aunque algo artificioso en diálogos, destaca el plantel actoral. Una misteriosa y compleja Rosamund Pike y un, por primera vez notable, Ben Affleck. Ambos están acompañados de destacados secundarios entre los que destaca, para el público, Neil Patrick Harris (Barney en Como conocí a vuestra madre).


De una forma más compleja, sincera, veraz y con menos artificiosidad, Fincher vuelve a indagar, como ya hizo en El club de la lucha acerca de la fachada externa que toda persona proyecta obligatoriamente a su alrededor y como sería desprenderse de ella. En este caso, que implicaría eso en un matrimonio ya que es en éste en donde más necesitamos proyectar esa imagen de lo que esperan de nosotros.


También se nos muestra un claro ejemplo del poder de tergiversación y manipulación de masas de los medios de comunicación que parecen decir una verdad irrefutable cuando no pueden estar más alejados, Pero, quizás, no les haga falta ya que ellos no necesitan descubrir la verdad, ellos mismos la crean.


La película es de difícil digestión y nuestra imagen de ella mejora con el paso de las horas, después de haberla visto. El motivo es, sin duda, su descubrimiento como algo inesperado, con una ambigüedad de personajes que te deja sin opción de posicionamiento. Lo sabes todo y, a la vez, nunca sabes que pensar, lo cual puede crear una sensación de incomodidad durante su visionado que va mutando, poco a poco, en un delicioso disfrute mental al habernos llevado fuera de nuestra zona de confort. La razón es que Perdida, ante todo, es una obra tan indescriptible como inteligente, tan diferente por fuera que merece la pena verla por dentro si, claro está, se atreven a perderse con ella.


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