Hemos podido disfrutar esta
semana en los cines de la última obra del gran maestro Hayao
Miyazaki, autor de algunas de las mejores obras de animación jamás
filmadas, que han hecho disfrutar tanto a niños como mayores, todas
ellas desarrolladas con un estilo tan personal como único que los
aficionados al cine nunca podremos olvidar.
La última historia de
Miyazaki nos habla de un joven soñador cuyo propósito es llegar
algún día a trabajar como ingeniero aeronáutico en un Japón
continuamente partícipe de conflictos internacionales. Al igual que
ocurriría en otras de sus geniales obras como Porco Rosso
(1992) o El castillo en el cielo (1986)
el protagonismo de la obra se comparte entre sus personajes y los
enormes, bellos y característicos artilugios voladores, esta vez más
realistas que nunca, elemento clave en la obra del director por su
afición a la aeronáutica desde muy joven. Miyazaki plantea la que
posiblemente sea su obra más adulta, situándola de nuevo en un
periodo histórico de entreguerras, El
viento se levanta
queda lejos de la mirada inocente de Mi
vecino Totoro,
ya que Jiro asume con fuerza y valentía los duros golpes que da la
vida. Pese a ello la magia que desprende los momentos de ensoñación
del personaje protagonista nos transporta a ese mundo alejado de la
triste realidad, dando paso a algunas de las escenas más bellas del
film, donde la infinita imaginación de su autor hace claro acto de
presencia.
El
viento se levanta, y con él transporta sueños, los hace posibles y
nos sentimos realizados, pero todo acaba y el viento que conduce tus
sueños también los aleja. Un avión puede resultar precioso cuando
se encuentra en pleno vuelo, pero irremediablemente deberá bajar a
tierra algún día. La triste historia de Jiro nos recuerda que
debemos perseguir nuestros sueños, porque estos no siempre podrán
cumplirse, y dejar que el viento nos levante y nos acerque a nuestras
metas, ya que un día el viento dejará de soplar en nuestro favor,
y solo podremos observar desde tierra los sueños cumplidos volar.
Afortunadamente para los
espectadores, el viento ha alzado a Miyazaki muchas veces,
dejándonos disfrutar de sus grandes obras. Pero ha llegado el
momento de observar y valorar eso que tanto trabajo y sacrificio ha
supuesto, y esperar que el viento transporte los sueños de otros
intrépidos visionarios, como Jiro, hacia lo más alto.
Alfonso Cañadas para Cine a la Carbonara.
Gran película, gran y trágica historia de amor.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, excelente despedida!
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