El renacido es, sin duda, uno de los grandes nombres del año cinematográfico,
una ambiciosa propuesta técnica que se ha hecho con 12 nominaciones a los
Oscars. Después del triunfo de
Birdman
el pasado año, el realizador mejicano Alejandro G. Iñárritu no baja su nivel de
ambición técnica, está vez adaptando una supuesta historia real que se podría definir más
bien como una leyenda de la época de colonización del oeste americano.
Glass (Leonardo DiCaprio) es el
reservado guía de una expedición en las montañas. Lo único que tiene y aprecia
es a su hijo mestizo, Hawk. En plena huída de los indios, Glass será
atacado por un oso que lo dejará al
borde de la muerte. Al retrasar al grupo, uno de los hombres, John Fitzgerald
(Tom Hardy), decide acabar con su vida, pero antes de acabar con él, Hawk
intenta impedírselo y es asesinado por Fitzgerald que, después, deja a Glass
a su suerte dando por seguro su muerte. A partir de aquí, toda la historia nos
contará como Glass lucha por sobrevivir en condiciones imposibles para llevar a
cabo su venganza en medio de un inhóspito territorio.
Iñárritu vuelve a apostar fuerte,
la ambición nunca es un defecto pero los excesos de
El renacido no dejan brillar a sus virtudes. Estamos ante una
película de una belleza fotográfica apabullante, Lubezki es un genio y en cada
uno de sus trabajos lo demuestra, será, casi con toda seguridad, su tercer Oscar consecutivo. Todas las imágenes de la película son
impresionantes, sin excepción, lo cual, a su vez, se diluye en el conjunto de
157 minutos de imágenes preciosistas que unifican en exceso el relato ya que al no querer salir del asombro nunca nos lleva hasta él. El paisaje nevado, el uso de la niebla,
del fuego y del aire recuerda, como ya han apuntado muchos al uso que hacia Tarkovski de los cuatro
elementos (aire, tierra, fuego y, sobre todo, agua) pero, al contrario que el
poético cine del ruso, no deja de ser un alarde formal, ayudado de un brillante
apoyo de la tecnología digital.
Por otro lado, escenas como la
avalancha, la caída por el precipicio a caballo, las batallas y, especialmente
las escenas con el oso, gozan de un brutal realismo lleno de detalles para
transmitir cercanía al espectador, al igual que los gritos, la sangre y las
salivaciones del protagonista que, sin embargo, por repetitivos y exagerados caen habitualmente en lo efectista, alejándose del realismo (todas las flechas de los indios, desde decenas de metros, van directas a atravesar los cráneos de los colonos cual calabazas). Otro punto a destacar es la inclusión de escenas
oníricas o imágenes mentales que sirven al director mejicano para representar
pequeñas pinceladas del interior del solitario protagonista, de nuevo un intento de acercarse al Tarkovski de El espejo y al Malick de El árbol de la vida que no acaba de
resultar natural, jugando en el límite de lo forzosamente sublime.
Sin embargo, el principal
problema de
El renacido es que las
imágenes son tan irreales, todo es tan perfecto y tan bonito que supone, al
final, una carga para la veracidad de una historia cuya credibilidad en ningún
momento se mantiene. Solo la grandísima interpretación, casi exclusivamente
gestual, de Leonardo DiCaprio, logra mantener a la historia y al personaje con
un mínimo de credibilidad que se rompe cada vez que, de nuevo, sigue vivo.
Pese a los problemas de la
película, hay que reconocer que su apuesta es llamativa y su trabajo técnico
supone un atractivo viaje más que disfrutable para cualquier espectador. Pero al final, muy lejos de
Tarkovski y Malick cuya complejidad sigue ocupando nuestras mentes a día de hoy, Iñárritu no transmite contenido ni trascendencia con su
viaje. También lejos de la reposada empatía y sapienza por la naturaleza de
Las aventuras de Jeremiah Johnson de Sydney Pollack,
El renacido funciona más bien como un film experiencia, donde el
realismo y la exactitud de los efectos juegan con una situación alargada, como
ocurría en
Gravity. En definitiva, a la anunciada como la gran
película americana del año le falta mucho para ser perfecta pero su
ambientación, el realismo de su recreación y su perfección paisajística, acompañadas de la campaña publicitaria y viral para que su actor gane el Oscar, convierten a
El renacido en una de las propuestas más relevantes de Hollywood este año.
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