Dirigida por
Scott Derrickson, ‘Doctor Extraño’ supone la decimocuarta película del
universo cinematográfico de Marvel (UCM) y la segunda de la denominada ‘Fase 3’ que culminará con ‘Los
Vengadores: La Guerra del Infinito’. Con este film, de nuevo como historia de
orígenes, Marvel Studios intenta de nuevo innovar y sorprender saltando un
paso más desde lo terrenal y/o espacial, hacia la multidimensionalidad y misticismo
de un Super Héroe que por primera vez dentro de la franquicia, tiene poderes
puramente astrales y mágicos, ¿lo habrán conseguido?
El doctor Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) es un reputado neurocirujano de Nueva York. Todo lo que tiene de brillante y talentoso, lo tiene también de arrogante y vanidoso. Tras sufrir un terrible accidente de coche, y como consecuencia tener que abandonar definitivamente su profesión, Stephen Strange decide realizar un viaje de sanación al Himalaya donde descubrirá un mundo oculto de dimensiones mágicas, y durante su entrenamiento con el maestro místico se revelarán sus poderes psíquicos, como la telepatía, la proyección astral o el teletransporte, que utilizará para combatir al mal.
El doctor Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) es un reputado neurocirujano de Nueva York. Todo lo que tiene de brillante y talentoso, lo tiene también de arrogante y vanidoso. Tras sufrir un terrible accidente de coche, y como consecuencia tener que abandonar definitivamente su profesión, Stephen Strange decide realizar un viaje de sanación al Himalaya donde descubrirá un mundo oculto de dimensiones mágicas, y durante su entrenamiento con el maestro místico se revelarán sus poderes psíquicos, como la telepatía, la proyección astral o el teletransporte, que utilizará para combatir al mal.
En este sentido,
‘Doctor Extraño’, sin alejarse de la típica historia de origen de héroe, consigue
destacar gracias una dirección, montaje y banda sonora
por encima de la media, donde los efectos especiales son muy
imaginativos y sirven de perfecta contextualización de ese universo o multiverso
que se nos quiere presentar en el film. La paleta de colores de algunas
escenas multidimensionales es maravillosa y confiere a la cinta
una personalidad que lo aleja del resto de productos del género.
También se
agradece que la historia esté tan bien hilada, y la inmensa cantidad
de verborrea paradigmática y reflexiva que envuelve esa magia y misticismo del
film, se vea muy bien aderezada con ese humor marca ‘Marvel’. Un humor que suele
adornar a todos los films de su ‘universo’, y en este caso más si cabe, porque
al ser un personaje tan alejado de los demás y tan complicado
de contextualizar, el humor hace muy amena la explicación en todo lo
concerniente al film, además, las batallas muy bien coreografiadas
son una delicia audiovisual gracias a las artes marciales combinadas
con una gran variedad de hechizos, en el contexto de un mundo en constante
deformación.
Aun así y pese a
lo imaginativa de la propuesta, el film peca de ser demasiado previsible
y por momentos rutinario, todo lo que nos cuenta el film ya
nos lo han contado quizá demasiadas veces, todo sucede muy deprisa y el
personaje principal se desarrolla tan rápido, que la asimilación del mismo por
parte del espectador se hace algo atropellada. Pero
quizá, y dada la inevitabilidad de que la historia de origen de casi todos los
Super Héroes se parezcan, se agradece que lo podamos disfrutar desde una
creatividad a nivel visual pocas veces vista. El reparto, todo correcto,
Benedict Cumberbatch está perfecto en su papel (Con toque Sherlock) y los demás
secundarios también, en especial Tilda Swinton con su
papel de ‘El Anciano’, el más interesante sin duda y con las mejores
lineas.
En definitiva, ‘Doctor
Extraño’ es una correcta inclusión en el UCM y bien agradecida dado que se
trata de un personaje ‘nuevo’, pero es cierto que casi todo el mérito del film
se lo lleva esa técnica a veces mágica de los efectos especiales, donde lo que
vemos es nuevo pero lo que nos cuenta no tanto, o dicho de otra manera este
‘Doctor’ gusta y con razón, porque entra muy bien por los ojos, pero
pierde porque quizá a pocos les llegará al corazón.
Por Joaquín Muñoz
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