De nuevo, Bryan Singer, director de las dos primeras entregas
y de la más que destacable Sospechosos
habituales vuelve a ponerse a los manos de la conocida saga mutante de
Marvel. Lo hace firmando su mejor entrega que situamos también en el podium de
películas de Marvel, junto con Los vengadores y Capitán América: el soldado de invierno.
Aunque la película parece prometer la unión de las dos etapas
de la saga la verdadera película se centra, por suerte, en el pasado. El film sale
muy beneficiado al aprovecharse de la nueva generación de mutantes renovada por
la anterior X-Men: La primera generación
de Matthew Vaughn que cuenta con un reparto muy superior al de las primeras
entregas.
En el futuro, los mutantes están casi extinguidos debido a la
utilización de unos centinelas que, creados para destruir mutantes, están destruyendo
a todo el mundo. La única solución es mandar a Lobezno al pasado para que
impida el momento que propiciara la creación de esos centinelas, el primer asesinato
de Mística. Una vez en el pasado la saga clásica solo volverá a aparecer en contadas
ocasiones para, más bien estorbar el desarrollo de la acción del pasado.
Estamos ante un claro aumento de la calidad cinematográfica
de estos blockbuster de superhéroes. Posiblemente, provocado por las entregas
del Caballero oscuro de Christopher Nolan, los actores parecen tomarse más en
serio a sus personajes, interpretes en plena forma les dan vida y matices que
antes no tenían. De esta forma, el Profesor X de James McAvoy, el Magneto de
Michael Fassbender y la Mística de Jennifer Lawrence dotan a esta nueva
generación de una fuerza e interés que antaño se olvidaba dejando de ser
simplemente monigotes con super poderes entre fuego y explosiones.
La película, aprovechándose de estos actores comprometidos y
con un guión con espacio para los problemas personales, que dota de interés a
la trama, supera también a su anterior entrega, X-Men primera generación a la que sobrepasa en espectacularidad, interés
y desarrollo. La presencia, de nuevo, del Lobezno de Jackman es también uno de
los motivos.
En definitiva un blockbuster espectacular, intenso, bien
dirigido, con buen guión, interpretaciones serias y un final que dará lugar a discusiones al
salir de la sala. Atentos a la escena del híper veloz Evan Peters en la cocina
del Pentágono, posiblemente la mejor escena de todo Marvel.
Sí, X-Men: Días del
futuro pasado es simplemente un blockbuster de entretenimiento con sus
conocidas irregularidades, fallos y que será fuente de críticas para los incrédulos
o amantes de la lógica y la crítica social realista.
Pero, no nos olvidemos, viendo X-Men: Días del futuro pasado nos damos cuenta de que nada de eso
importa. Estamos ante el taquillazo del verano, con derecho propio.
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