The Grandmaster del
hongkonés Wong Kar-Wai fue la película asiática más destacada y
aclamada del ya finalizado año 2013, a la espera claro está, de una
mayor expansión y distribución (aunque esto será con dificultad)
de Un toque de violencia del chino Jia Zhang Ke y Stray Dogs del
taiwanés Tsai Ming-liang para que el público que no ha podido
acceder a los respectivos festivales donde se presentaron tengan la oportunidad de visionarlas.
En los últimos años
(veinticinco como mucho) han ido surgiendo en el este de Asia una serie de
realizadores muy dispares (a veces no tanto) que por localización
espacial y temporal agrupamos en un mismo conjunto. Con el tiempo,
estos directores se han ganado un hueco en el panorama internacional,
especialmente en festivales europeos, por sus innovaciones sobre todo
estructurales y visuales. Como parte de esta nueva generación
podríamos incluir a los ya nombrados Jia Zhang Ke y Tsai Ming-liang,
además de Apichapong Weerasethakul (Sídromes y un siglo) , Kim Ki
Duk (Hierro 3), Brillante Mendoza (Kinatay), Tian ZhuangZhuang
(El ladrón de caballos), Park Chan Wook (Oldboy) o Takeshi Kitano
(Hana-Bi) entre otros.
Si bien este cine
arriesgado y transgresor resulta atractivo para los más abiertos
aficionados al cine, muchos de los realizadores nombrados utilizan
para sus historias un ritmo pausado y característica funcionalidad
del tiempo que poco tiene que ver a la que nos tiene acostumbrados el
cine occidental (aunque siempre hay excepciones). Es por eso que en
gran cantidad de casos sus films pueden resultar difíciles de seguir
o confusos, y transportar al espectador a una profunda falta de
interés. Un ejemplo claro de esto sería Wong Kar Wair. En su nueva
película el ya consolidado director hongkonés, con la premisa de
''Biografía de Ip Man, maestro del actor y artemarcialista Bruce
Lee'', nos muestra una historia sobre los grandes maestros de las
artes marciales de la historia, sobre las tradiciones y las
dificultades del aprendizaje, todo esto con una historia dramática
de por medio.
Wong Kar-Wai presentó
The Grandmaster en el Festival Internacional de Berlín el pasado año
fuera de concurso, quizás por esperar un tirón más ''comercial''
de la película (o quizás por todo lo contrario), lo cierto es que
la cinta ha tenido una distribución bastante afortunada (ha llegado
en España a muchas más salas que la mayoría de films asiáticos).
Pero el realizador, fiel a sus principios eso sí, nos trae una
historia con una narración y desarrollo lento, que se hace
enormemente dificultosa de seguir por una utilización de saltos en
el tiempo confusa que nos lleva a plantearnos infinidad de cuestiones
sobre cómo se está desarrollando el argumento. Voces en off con
imágenes que se suceden a un ritmo, a veces, soporífero se combinan
con geniales escenas de acción de primera talla. Pero al concluir,
la película resulta desequilibrada, irregular y confusa
principalmente debido a un conjunto de estrategias narrativas
desafortunadamente escogidas para facilitar el seguimiento de la
historia.
Y no es que yo de forma
personal repela las estrategias cinematográficas más arriesgadas y
experimentales, sin ir más lejos me encantan Takeshi Kitano y Jia
Zhan Ke (por nombrar mis dos preferidos) y admiro el cine de Kim Ki
Duk y Apichatpong Weerasethakul (entre otros tantos). Pero el
problema que me ha surgido con este film de Wong Kar Wair no es que
deteste su capacidad de innovar en el desarrollo costumbrista de una
historia, es que ha utilizado estas estrategias de manera que me han
dificultado un posible seguimiento de la trama, consiguiendo
llevarme en su momento al aburrimiento y sopor más profundo.
A pesar de ello
recomiendo al menos un visionado para poder seguir la continuidad de
las (en la mayoría de casos) fascinantes carreras de estos
emergentes realizadores.
Alfonso Cañadas para
Cine a la Carbonara.
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