Cuando acudimos hoy día a un festival de cine tenemos claro lo que
andamos buscando: Obras que nos proporcionen una mirada novedosa sobre un tema
concreto, un punto de vista diferente e incluso rompedor sobre ideas que rondan
la mente del ser humano. Acudimos para contemplar la última obra de
realizadores en los que depositamos confianza desde el pasado, de otros por los
que no pondríamos la mano en el fuego nunca o de nuevas promesas que creemos
pueden realizar una gran jugada en el mundo del cine o condenarse de por vida.
Este año hemos tenido un Cannes algo flojito y bastante básico. Quizás
el festival francés se ha mostrado menos rompedor e innovador que en ediciones
anteriores. Pese a esto, podemos destacar que Wes Anderson,Thomas Vinterberg,
Abbas Kiarostami y por supuesto Michael Haneke (Amour se alzó con la Palma)
estrenan película y esto siempre es una gran noticia. Pero ninguno de ellos ha
terminado de promover la controversia ni de arriesgarse para crear ese
''morbo'' que esperamos de un festival de semejante calado. Mucha más polémica
ha suscitado la última película del siempre atrevido David Cronenberg. Cosmopolis se ha ganado defensores y detractores a partes iguales (yo personalmente la recomiendo fervientemente), pero esto sí nos
lo esperábamos.
Algo le faltaba al evento de este año, una obra que no nos viniéramos
venir, y que nos hiciera dudar entre la gloria o el fracaso más absoluto en
cada escena. Holy Motors del francés Leos Carax comenzó a ser la comidilla
de todo el que pasaba por el festival desde el primer día. El último
experimento del directo de Pola X comenzaba a cobrar fuerza conforme pasaba
el tiempo por diversas razones: Un reparto poco convencional (con el
extravagante Denis Lavant y la conocida cantante Kylie Minogue, entre otros), un argumento
que cedía pocas pistas al espectador, una historia que derrochaba surrealismo
por todos sus poros y que desde el principio se había ganado la etiqueta de
''obra de culto''.
Tras su estreno lo que todos esperábamos: Obra cumbre o pretenciosa
gilipollez, no existía término medio para ninguno de los presentes. Pero
reconozcámoslo, era lo que andábamos buscando desde que empezó el festival; una
obra que nos hiciera dudar sobre los principios del cine, de si conocemos o no
los extremismos que puede alcanzar el celuloide y nos produjera sensaciones desconocidas
delante de una pantalla.
¿Cuál es el resultado final? Holy Motors se dedica a estructurar una
serie de imágenes provocativas y exóticas de forma que la película se sostiene
solo en eso y un par de pistas que nos ceden las conversaciones entre sus
personajes. El argumento, si lo pensamos, es bastante claro: La evolución del
cine ha conseguido que los que se aventuren a ejercer la profesión de actor
puedan rodar diferentes escenas en un mismo día con unas cámaras extremadamente
pequeñas. Cuando el actor comienza su jornada todo está preparado, debe caracterizarse
como le ordenen desde sus lujosas limusinas y superar los distintos eventos que
tiene pendientes durante el día. Gracias a esto Carax consigue jugar con la
personalidad de sus personajes, los cuales nos describe como simios que ejecutan el papel que les ha tocado en esta vida y no son nada más fuera de eso.
¿Que ocurriría si todos los días tuviéramos que ser varias
personalidades a la vez? Es la principal incógnita que nos formula Holy
Motors. Nuestro personaje sufre tal combinación de identidades durante su día
que al final no sabe que es o que debe ser, como se debe comportar. Podemos
interpretar de esta manera la obra de Carax como un homenaje al mundo de la
actuación y a aquellas personas que han conseguido transmitirnos tanto con sus
personajes dentro de pantalla.
Si quizás es cierto que alguna escena peca de pretenciosa, he de
reconocer que la estética del film, por lo general, es un goce absoluto combinando
el tono de luz verde de neón con una digitalización gratamente utilizada. Carax
demuestra además tener pulso con la cámara en los diferentes géneros del cine
(los que hace interpretar a Dennis Lavant en cada uno de sus eventos y la
increíble actuación musical de Minogue son ejemplos).
En conclusión, la ‘’miga’’ de todo festival es esa atracción que inconscientemente
hemos sentido en probar a ver Holy Motors. Si quizás no nos ha llegado de la mano del realizador esperado (al menos mi experiencia con Pola X fue una
auténtica agonía) el film merece un visionado dentro de los estrenos de este
año ya que es otra muestra de las dispares formas que existen para estructurar,
representar y desarrollar una historia tan compleja como única.
Alfonso Cañadas para @cinealcarbonara
@AlfonsoGarcia_C
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