Si tuviéramos que elegir un adjetivo para definir, en cuanto a cine se refiere, el ya pasado 2012 este sería ‘’prolífico’’. Y es que hemos tenido un año repleto de obras de directores cuyas carreras se encuentran en plena cumbre creativa y parece que no vayan a disminuir su nivel de calidad en mucho tiempo. Por poner algunos ejemplos habría que nombrar la perturbadora última obra de Carax (a la que ya dediqué un poco de mi tiempo), la claustrofóbica y agonizante última ganadora en Cannes y por supuesto la demoledora y retorcida The Master de Thomas Anderson, la cual para mí es una de las joyas de la corona del cine americano actual.
Tanto nombre nuevo, tanto surrealismo, tanto modernismo y sobre todo tanta cantidad de cine ha provocado que muchos pasen por alto este último año una sorpresa muy especial que ha venido de la mano de un realizador caído en el olvido para la crítica desde hace tiempo y del que ya no esperábamos gran cosa.
¿Se acuerdan del autor de una maravillosa historia titulada Pesadilla antes de navidad? ¿Ese director de mirada gótica y retorcida que acostumbraba a hacer películas tanto para niños como para mayores? ¿El creador de obras maestras como Ed Wood o Eduardo Manostijeras? Es posible que sus últimos trabajos tan ignorados por la crítica y muchos de ellos también por el público le hayan hecho olvidar a un realizador con un estilo muy personal, cuyas películas triunfaban en los años ochenta y principios de los noventa por su original forma de ambientar y contar sus historias.
Todo el panorama cinéfilo actual sabía que Tim Burton últimamente andaba de capa caída y no parecía levantar cabeza. Sus últimos films Alicia en el país de las maravillas y Sombras tenebrosas, dos obras claramente destinadas a la comercialidad, recibieron muy mala acogida entre la crítica internacional y, sorprendentemente, también entre el público. El director llevaba sin hacer algo decente desde Sweeney Todd en 2007.
Algo extraño resultó para mí escuchar gratas críticas de su última obra. Frankenweenie se trataba de una película de animación basada en un mediometraje realizado por el propio Burton en 1984, al comienzo de su carrera.
Aunque intentara ver Frankenweenie con buenos ojos, no parecía algo mucho más original de lo que Tim Burton venía ofreciéndonos en los últimos años ¿Qué posibilidades tenía un remake de remontar la carrera de un director que parecía estar en las últimas?
Mi sorpresa llegó tras verla y repasar mentalmente sus escenas y personajes. Su estética me recordaba a la encantadora y tétrica Pesadilla antes de navidad aunque con una elegantísima utilización del blanco y negro, pero no quedaba ahí, Burton había conseguido contar una historia original de un remake ¿cómo? Pues con una buena dosis de imaginación.
La película nos presenta a Victor, un chico solitario y aficionado a la ciencia cuyo único amigo es su perro Sparky. Víctor se ve sorprendido un día por la repentina muerte del animal atropellado por un coche y desconsolado decide remediarlo empleando los experimentos científicos que su profesor le enseña en clase.
El realizador nos muestra a Victor como su álter ego y juega con esto hábilmente desde el comienzo del film, que se inicia con un cortometraje que el protagonista ha rodado sobre el propio Sparky.
Gracias al cariño que Victor tiene a su mascota y el entusiasmo que pone a su primer experimento éste consigue que la reanimación de Sparky resulte un éxito, pero la idea va de boca en boca y a Victor le comienzan a encargar trabajos sus propios compañeros de clase, aunque contrariamente estos no obtienen el mismo final, sino que resultan fallidos e incluso deformados.
Victor confundido por esta situación decide hablar con su profesor de ciencias (que simboliza al actor Vincent Price, una de las personas que inspiró a Burton para comenzar a realizar cine). Éste le pregunta si en los demás experimentos puso el mismo entusiasmo que en el primero, y le explica que esa podría ser la causa de que los demás salieran mal.
De esta forma el director utiliza la película como una metáfora reflexiva sobre su propia obra. Sparky representa esos primeros trabajos que Burton realizaba con la pasión y entusiasmo que siente hacia el cine y que por ello obtuvo satisfactorios resultados.
Representa también como varias de sus obras posteriores estaban ‘’contaminadas’’ por el encargo y presión de otras personas y que por no estar tratadas con el mismo entusiasmo de sus primeros trabajos no obtuvieron los resultados esperados.
Cuando la película llega a ese emotivo final en el que Sparky ha vuelto a perder la vida debido al enfrentamiento con los experimentos deformados de los compañeros de clase de Victor (aquí aprovecha inteligentemente Burton para hacer un homenaje a sus clásicos del cine de terror favoritos) éste vuelve a usar la ciencia con corazón y entusiasmo para que su mejor amigo y compañero vuelva a la vida.
Así muchos cinéfilos, entre otros yo, quedamos sorprendidos de pensar que el gótico realizador, que ya parecía olvidado en la mirada del cine actual, haya conseguido crear una obra maestra de la nada, como por arte de magia, y nos ha ofrecido la que para mí es una de las propuestas más originales no ya de este año, sino de toda su carrera.
Y es que aunque hay veces que nos encontramos perdidos, si amamos algo de verdad con el corazón, solo nos hace falta entusiasmo y creer en ello para conseguirlo.
Alfonso Cañadas para Cine a la Carbonara.
@AlfonsoGaria_C
La historia es sencilla Víctor y Sparky en un ambiente siniestro y obscuro pero al mismo tiempo melancólico y hermoso, lo importante y realmente apreciable de la cinta es la técnica bajo la cual está hecha, elementos sonoros que le dan un toque especial e infinidad de características. Vale la pena verla de principio a fin y por qué no, es válido decir si te gusta o no. No dejes de verla sobre todo en estas épocas de Halloween.
ResponderEliminarPues yo opino que hay pocas palabras más pedantes que "obscuro".
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