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11 de febrero de 2015

[CRÍTICA] Siempre Alice: La enfermedad de la nada


Siempre Alice, dirigida por Richard Glatzer y Wash Westmoreland es una de las películas protagonistas de nuestra cartelera.


La película, protagonizada por la siempre genial Julianne Moore, cuenta la historia de una profesora de Universidad que tiene Alzheimer prematuro. La historia, de género claramente melodramático muestra lo difícil que es ir desapareciendo ante uno mismo. La enfermedad de la nada, en la que todo sigue existiendo pero para ti desapareces, en la que el cerebro muere poco a poco dejando intacta a la persona que la padece es, sin duda, una, sino la que más, de las enfermedades más crueles que uno puede padecer.


Julianne Moore parece llegar al fin a su año mágico, después de estar haciendo grandísimos papeles regularmente a lo largo de su carrera, este año parece haber llenado el vaso del prestigio hasta rebosarlo merecidamente. Después de ganar en Cannes el premio a Mejor actriz por su papel en Maps to the stars de David Cronemberg parece la favorita a conquistar el Oscars por su papel en Siempre Alice, ganándose así el reconocimiento de Jurado, público, academia y crítica definitivamente. La actriz, de pelo rojo y piel rosada, se sobra de la mirada, como las grandes, para trasmitir todas las emociones y pensamientos que ha de sentir su personaje, horror y miedo al futuro, a lo que vendrá y a lo que dejará de ser. Ella dota a la película de su única arma para ser un largometraje interesante, dotando de emociones y matices, mediante una interpretación muy emotiva, a la vez que contenida.


El resto de la película, sin embargo, está a un nivel poco menos que corriente, Alec Baldwin y Kristen Stewart cumplen y salvan la papeleta de unos personajes que eran un auténtico caramelo, dejando a Moore el peso del film. El guión es corriente y predecible, lleno de lugares comunes regalando toda su fortaleza en que el padecimiento de la enfermedad recae en una persona aún joven. Por otra parte la dirección es completamente impersonal e insustancial.


Al igual que The imitation Game, nos encontramos ante una película muy académica y tradicional, que únicamente se preocupa por no arriesgar para conseguir buenos resultados. El peso, como en el biopic de Turing recae en el buen hacer de sus protagonistas. En este caso Moore es todo el argumento para ver el film, lo cual no quiere decir que ello no sea suficiente.
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