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14 de enero de 2015

Boyhood: El verdadero sentido del cine


Boyhood es una de las mejores películas del 2014 y, sin duda, una de las mejores de este nuevo siglo. No hace falta más que conocer su punto de partida, la infancia de un niño grabada durante 12 años (aunque con 39 días de rodaje en total), para desear verla. Además, prácticamente todas la prensa cinematográfica importante la incluye como una de las mejores películas de 2014.


Richard Linlaker propone una forma de utilizar el cine abordada en contadas ocasiones, una forma que otros grandes maestros del cine como François Truffaut y sus aventuras de Antoine Doinel intentaron: ver envejecer y evolucionar a un personaje. Linklater ya lo experimentó anteriormente con la pareja de actores Julie Delpy e Ethan Hawke en la trilogía Antes del amanecer, Antes del Atardecer y Antes del anochecer. Sin embargo, esta cinta va un paso más allá y muestra en casi tres horas de metraje 12 años de la vida de un niño, Mason, desde su niñez hasta su mayoría de edad.


Boyhood reúne los momentos más importantes de la infancia de un niño, aquellos momentos que, aunque parezcan los más insignificantes, pueden ser claves para la vida adulta. Así, durante 166 minutos, contemplamos cómo afecta a Mason las constantes peleas con su hermana mayor, los numerosos cambios de domicilio, las esporádicas visitas de su padre, la complicada convivencia con los novios de sus madres, etc. Así, Linklater pasa de un año a otro, sin avisar, de manera continua y hacia delante, como ocurre en la vida misma.


Cuando el espectador se aproxima al final de la película, observa hasta dónde ha llegado el protagonista y recuerda al pequeño Mason (aquel que era fan de Dragon Ball Z y de los videojuegos) como si hubiera formado parte de su vida, como si hubiera visto crecer de verdad a un ser querido o, más aún: como si el mismo espectador se mirara al espejo y reflexionara sobre la manera en la que el tiempo se escapa de nuestras manos.


El cine se creó para capturar el movimiento, para capturar la vida, para capturar instantes y dejarlos atrapados para siempre en fotogramas. Boyhood es eso, es el puro sentido del cine, el retrato de momentos de una vida, que podría ser de cualquier espectador. Así que, siéntense cómodamente en su butaca y déjense atrapar por este momento llamado Boyhood.


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